Día: May 8, 2015

El asombrado citadino

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El citadino asombrado ya no se detiene frente a las gordas palomas
que invaden los parques y edificios con su mierda,
ya no se detienen ante las jaurías urbanas a la vuelta de la esquina,
pasa por alto el canto de los pájaros confinados
porque sabe cuán artificial es el sonido de las ciudades.

Desacostumbrado al reino Animalia
fuera de ratas, palomas, perros y gatos,
insectos grises y marrones
mímesis de los ríos subterráneos llenos de inmundicia.

El campo lo extasía incluso en las cosas más simples:
sacraliza la cosecha porque está acostumbrado
a la practicidad de la sección de verduras en el súpermercado,
un ritual casi místico entre tierra, plantas, manos pacientes.

Trozos de madera cortada
hacen uno al hombre y al hacha
unidos con un mismo objetivo
actos primigenios,
mitológicos como el fuego.

Armadillos, venados, coyotes,
cigarras, colibríes provocan tal sorpresa
porque el hombre se ha olvidado
de otra fauna que no sea su misma especie.

El avistamiento de un puñado de vacas
excita las profundidades del alma urbana
abundantes fotografías bucólicas
tomadas en la inmediatez de una pantalla
más viva que la realidad misma.

La noche, con sus mayores sorpresas
cae vestida de estrellas,
su desnudez sin pollución
mantiene durante algunos minutos
quijadas abiertas.

¡Pobre hombre citadino,
vive la naturaleza
solo cuando la ciudad lo permite!